Edward Curtis [1]
I
Cuando otros fueron
llevados a un templo
elegía pasar construyendo las tardes
empuñando una máquina
de culpa y memoria
En lo alto
de las llanuras de la existencia
anudando en un destello
el círculo vital los seres
presentado el kerigma de la multitud
encontradas las miradas
capturaste lo infinito de los rostros
que se iban.
Abría una historia
no advertida en nueva lengua
un desvelo situado fuera
de la mirada necia
apuntando con siniestro desagrado al presente
vidas escritas en muda sepia
las maneras en la estampa donde dos se alcanzan
¿En los paganos chamanes viste
el tiempo completo? ¿en su extraño idioma
acaso un asomo advertía la reunión
de una prédica silenciosa
de este gran desconocido?
Dime cual es el nombre de las musas que acudieron
temprana la edad de la mañana
preparando el vuelo por la estepa americana
sobre la cabeza del águila solemne tocando
el semblante de un antiguo dios anciano
incomodado por mi arrogante presencia.
II
En un instante casi nuevo
un momento apenas pasado
cuando por fuerza nos hacíamos
cuando el mundo nos miraba
aquel suelo era una disputa
entre los dioses de color cobrizo
III
Secaron lágrimas los manantiales
porque somos los primeros
porque somos los últimos
nosotros que cargamos con culpa
del rostro Uno que permanece
cuando a él se le olvidaba
IV
Asimilador de almas legadas al hombre
El cuadro de proporciones por mente
Sin haber sido tocado por los espíritus
Sé que fuiste su confidente
Porque te leo en esta sala abstracta
¿Cómo recordar por siempre un rostro?
¿En un diálogo perpetuo de miradas?
Contigo somos todos a un tiempo
Desnivel de una galería de oleadas
Nuevas gestas de un mundo en silencio
La gente perdida entre las montañas
Referencias
[1] Edward Sheriff Curtis (1858 – 1952), norteamericano pionero en la fotografía “etnográfica”. Construyó su propia cámara fotográfica a los doce años. Su técnica y destreza social le permitieron emprender viajes para ejercer su arte, conociendo de modo directo numerosas tribus que habitaban el territorio de los E.E.U.U. y Canadá, llegando hasta el Polo Norte. Logró capturar una infinidad de momentos de la vida de varias etnias, aprendió idiomas extranjeros del inglés y gracias a él sabemos cómo eran muchos de esos hombres que desaparecieron (como todos los demás), y con ellos sus nombres, apellidos, patronímicos, costumbres, rituales…
Edward Curtis en una sala de exposiciones me presentó por primera vez la culpa moderna, recapitulando en la neurosis que refleja la centralidad de la fotografía, esa exacerbación desesperada por el instante que se pierde, por lo que nos abandona en un horizonte donde nada puede verse.

Atrapado en letras viejas, formas remotas y ritmos ya ausentes, Isaac Lozada busca un eco en la poesía. Antropólogo y filósofo veracruzano.