Este segundo artículo hará mención de algunas bandas exclusivamente femeninas, las cuales empezaron a construir actividades culturales punk entorno a un colectivo: las Chavas Activas Punks (Chap’s) y, nada más por puro morbo, les contaré sobre Las Castradoras quienes en justificación de defender al barrio y los habitantes de Nezahualcóyotl, hicieron honor a su nombre y se convirtieron leyenda urbana.
“Somos lo que está sucediendo” (Iggy Pop)
La banda fue (y sigue siendo) utilizada por los jóvenes para explorar su masculinidad; surgiendo casi como un producto natural del medio ambiente, en cada calle, cuadra, colonia existió una banda considerada como un modelo de sociabilidad entre la familia y el mundo laboral, que permitió dotar a sus integrantes de una identidad local debido a que se relacionaban con otras bandas y territorios desde su territorio, “la esquina”.
Encontrarse en una banda permitía el desarrollo de la jornada diaria de actividades; el encuentro, el cotorreo, el nomadeo por el barrio, el trabajo (la mayoría de las ocasiones en la economía informal), el consumo de droga; dando sentido a la semana en función al sábado cuando se acudía al Chopo y en la noche a los toquines.
Dos de las bandas más estudiadas en aquella década[note]Además de Los Panchitos.[/note] fueron Los Punks Not Dead que se movían en el Distrito Federal (hoy ciudad de México) y Los Mierdas Punk de Nezahualcóyotl; contaban con chavas punks que rondaban entre los 13 y 16 años, algunas eran parejas de algún chavo o mantenían relaciones sexuales de manera libre; iban a bailar a los toquines, guardaban las drogas y en algunos momentos, le entraban a los putazos[note]Se les llamaban “machinas” derivado del “machín” que era el nombre que recibía el líder de la banda o el más aventado para los putazos.[/note].

Los mierdas punks
La presencia más o menos intensa de chavas en bandas conformadas mayoritariamente por varones empezó a verse modificada, primero en bandas mixtas donde la paridad fue mucho mayor y después en bandas exclusivamente femeninas, las cuales en muchas ocasiones mantuvieron comportamientos mucho más agresivos con la idea de defender al barrio y los habitantes del mismo.
A mitad de la década, coincidiendo con la emergencia de la sociedad civil mexicana que siguió al terremoto del ’85 y con la propuesta organizativa del movimiento punk/hardcore norteamericano el movimiento punk mexicano pasó de la autodestrucción a la construcción generando propuestas culturales punk entorno a colectivos: grupos de música, fanzines, graffitis, plásticas, artesanía, performances, teatro, radios comunitarias, etc.
“Cuando me pongo el maquillaje/ esa mascarita bonita no soy yo/ es sólo la manera en que una muchacha debería ser en una sociedad de consumo” (Grupo Poly Styrene)
En relación con los colectivos que manifestaron una resistencia-alteridad en aspectos de la realidad como los derechos humanos, anarquismo, ecologismo, antimilitarismo y feminismo, surgió en 1987 el colectivo de las Chavas Activas Punks (Chap’s) que salió de la banda de Punks Not Dead con el antecedente de las Susys Dead y abordó la sexualidad y exploración de su ser mujer.
Considero que la propuesta más creativa de las Chap’s además de formar una banda de punk rock de puras chavas llamada Secta Suicida del siglo XX, conocida como Virginidad Sacudida, fue la propuesta organizativa, el trabajo y la unidad para demostrar a los hombres que eran iguales en inteligencia y realización de proyectos creativos.
Estos últimos dos puntos les acarrearon problemas con sus propios compañeros punks, quienes las llamaron “antihombres” o “marimachos”, boicoteando sus acciones (no compraron el fanzine y dieron portazo en los toquines que ellas organizaron), sin embargo, en los jardines del Museo del Chopo, las Chap’s con base en sus primeras reflexiones y búsquedas sobre su “ser mujer punk” empezaron a editar su primer fanzine; escribiendo en verso o en prosa sobre sus primeras experiencias sexuales, algún aborto y la culpa, sus miedos. Cuando el fanzine salió la mayoría de los artículos expresaron su construcción colectiva como mujeres en sociedad y como punks dentro del movimiento cultural.
Las mujeres, no sólo las que andamos en el cotorreo, tenemos enfrentamientos con nuestra familia. ¿Por qué? Porque somos mujeres y para la mujer siempre hay un límite de libertad y expresión. Nosotras tenemos que apoyarnos porque en estos tiempos aún no somos iguales que los hombres, aunque tenemos la misma capacidad.
Como mujeres se nos ha dado la idea de la mujer sumisa, de la mujer que pueden vejar y violar tanto a nivel sexual como a nivel de persona. Nosotras buscamos ser… SERES HUMANOS, que tenemos cerebro y que podemos pensar y dar la lucha en un momento dado.
Estoy en la organización porque la sociedad piensa que por ser chavas punks somos mujeres que no valemos nada, tanto en el aspecto físico (por nuestros vestidos creen que nos dedicamos a otra cosa), como en el social (suponen que no tenemos pensamientos y que somos incapaces de resolver problemas), y porque quiero que hagamos algo por nosotras mismas.
El hecho de juntarnos entre las mujeres punks es para demostrar que la mujer de esta tendencia puede ser creativa, que tiene la suficiente inteligencia como para no ser parte de esta sociedad, que está mal distribuida.
Lo curioso es que las integrantes de las Chap’s no tenían una idea del feminismo, (salvo por los libros de texto) pero lograron con los fanzines la autonomía de reivindicar el uso de su cuerpo y concepción de mujer, asimismo asistieron a talleres de sexualidad, filmaron el video “Las Chavas, el primer aullido” sobre la violencia y el aborto, marcharon en la conmemoración del 8 de marzo haciendo performances públicos sobre su condición de mujer, logrando sacudir las concepciones sobre la sexualidad simbolizada, esa virginidad sobrevalorada confrontándola con sus propias experiencias.
Su actividad tendió puentes con otros colectivos punks femeninos que estaban generando actividades culturales similares; el punk generó discursos y espacios que fueron apropiados por las chavas mexicanas y les permitieron superar aquel primer momento en que dentro de una banda su participación fue meramente secundaria en el puro cotorreo para convertirse en productoras de identidad y con ello resolver ciertos dilemas respecto a ser mujer y punk en México.
EPÍLOGO.
¿Es necesaria la justicia por cuenta propia?
Las Castradoras, banda punk femenina que apareció en el emblemático municipio de Nezahualcóyotl (llámese Nezayork, Nezahualodo, Minezota) cerca de 1985, contaba ya con varias esquinas (de las calles donde vivían y otras ganadas a puros putazos) y se relacionaban con bandas femeninas como Las Desgarradoras, Las Viudas Negras y Las Nenas Mierdas. A mediados de ese año en los transportes colectivos que circulaban por la salitrosa y joven Neza (lecheros y chimecos) se denunciaron violaciones a las pasajeras; estas agresiones sexuales se llevaron a cabo en el territorio de Las Castradoras.
Lo que les contaré en adelante es la leyenda con la que crecimos… A finales de ese año empezaron a actuar Las Castradoras, al vivir en la zona y conocer las rutas en donde se denunciaron las violaciones solicitaron el apoyo de amigos punks y de los propios vecinos para atrapar al violador. Las Castradoras empezaron a subirse a los lecheros y chimecos, hasta que un día el “presunto” violador salió a la luz intentando repetir la agresión, la respuesta fue que entre el griterío y las mentadas de madre, los amigos que acompañaban de incognito y Las Castradoras detuvieron tanto al agresor y al conductor (consideraron que estaba implicado), les propinaron una madriza, y mientras los varones emitieron la alerta con los vecinos y entre todos quemaron el chimeco (aún no me explico el por qué, pero desde que tengo memoria rebelarse implica quemar un chimeco o combi), Las Castradoras le cortaron el miembro al presunto violador.
La noticia corrió por todo el municipio y basándome en lo que me cuenta mi familia, la actuación de castrar fue repetida un par de ocasiones más siendo utilizada como una advertencia en las secundarias “No se vayan a pasar de lanza con las chavas, sino les van a caer las Castradoras”
Cierto o no las castraciones, la banda existió y por muchos años no se tuvo conocimiento de agresiones sexuales en el transporte que circulaba por el municipio; años después Trolebús retomó la leyenda haciendo sus propias adaptaciones en la canción “Juan Camaney”.
Juan Camaney caminaba
allá en Nezahualcoyotl,
caminaba de madrugada,
armado hasta los codos.
Regresaba de su chamba
en los separos de Iztapalapa,
cuando de pronto se topó una banda
de faldas, pantalones y mallas.
Veinte chavas bien gandallas
aparecieron bajo el farol
unas güeras y morenas,
flacas, gordas, chaparras, trigueñas, costeñas
y demás en el rockanroll.
Todas ellas aclamaban:
“Quiero sexo, sexo, sexo, sexo, sexo…”
y a Juanito, nuestro héroe
se le arrugó el calzón.
Lo rodearon, lo apañaron,
le quitaron el pantalón
y Juanito les decía:
“Creo estar soñando
cuando tú me haces así…”
Ya las chavas, bien prendidas,
“¡Yo primero!” “¡Yo no veo!”
“¡No se mueva por favor!”
Y sacaron las navajas,
las tijeras y el desarmador;
y Juanito, nuestro héroe
pedía agritos compasión.
“Nel, chamaco, ya pelaste.
Las Castradoras llegamos ya
y esta noche ya tronaste
tu charola de violador…
Oigan chavas, oigan chavos,
la nota roja publicó
una carta de Juanito
solicitando investigación.
Mucha lana de recompensa
a quien mande información
porqué hace unos días
el unicornio se le perdió…
[note]Urteaga Castro-Pozo, Maritza, “Chavas activas punk: la virginidad sacudida” en Estudios Sociológicos, núm. 40, vol. XIV, México. 1996, pp. 97 – 118.[/note][note]Feixa Carles, La tribu juvenil. Una aproximación transcultural a la juventud. Edizioni l’Occhiello, Torino, 1988.[/note]

Licenciada en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México con una especialidad en México Contemporáneo. Su tesis, Los Servicios de Sanidad durante la Decena Trágica fue ganadora del Premio Francisco Javier Clavijero otorgada por el INAH. Es divulgadora histórica, creadora de contenido y profesora a nivel bachillerato de Historia.