Tengo la antigüedad de la luz presa sobre el espacio
en que se levanta el salto de los niños
de la hojarasca soltando la seguridad del tallo
como recorrido de marrones crujientes
y en el piso que toca al caer
Tengo clavada la mirada en los colmillos de una fiera
que alguna vez he visto y diseño en la memoria
que transformo y comparo conmigo
Tengo una apuesta en los rastros serpenteantes del objeto
páginas de agua de estaciones interminables
Tengo la causa arrancada de mi cuerpo
nacida en ti antes de mi tiempo
nombrada al mirarte
Tengo la añoranza como se tiene un hijo
como el canto del vate en suburbios religiosos
como llora por una montaña perdida
Tengo la poesía en lo indecible
sagrada palabra nunca pronunciada
***
La base de la lengua
donde anudan los colores
convita con su juguetero a la forma
Pie de troque declarado en vaharadas de las cosas
suelo de canciones del trigo meciendo
crepitando la esmerada osadía cada cual con la nota
Pasión y pena con inmutable impulso apareja
para brillar lo justo de la sombra
De cada cual sabe la regla
de quienes vuelven sin memoria y conocen lo que toca
Esa es mi columna
mástil destructor de mil olas
tropiezo de enfrentadas superficies que glosa
para hacer lo innumerable
Limen de mi persona
donde la incredulidad suspendida del saber me toma
***
La edad de los poetas llega sentados en la citadina sala
a mares de la casa paterna que da y arrebata la palabra
Es la edad de los poetas cuando la seguridad de la copa
quiebra todo compromiso y el cáliz es la forma
Edad de penumbra, luces de festejo, arruinando abadías
perpetúan la agonía de la cita, son magnos
cuando no bailan, vociferan sus verdades malparidas
Andemos a pedir que señalen, que malogren dos
cuestiones haciendo besarse las distancias
Arrebatemos de la época las proposiciones, lo extranjero
a las nubes, la tristeza de las frutas viejas
tomemos otros nombres y bebamos sus limas amargas
Imagen que ilustra: El país de Jauja o de Cucaña, Brueghel el viejo, 1533.

Atrapado en letras viejas, formas remotas y ritmos ya ausentes, Isaac Lozada busca un eco en la poesía. Antropólogo y filósofo veracruzano.