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Grabado y Revolución: El Taller de Gráfica Popular

Para el arquitecto Hannes Mayer, el siglo XIX inicia en 1810 y termina en 1910, lo cual habla de una referencia braudeliana no lineal de la historia, y es en este sentido que se puede hablar de un antes y un después de la Revolución Mexicana. Un hecho histórico que dotó de contenido social y subversivo a la gráfica, entendida ésta como una manera de reproducir los ideales revolucionarios, principalmente por medio del grabado, pues rescata la expresión de una cultura popular que se ha venido nutriendo a través de los diferentes procesos históricos que han permeado la conciencia colectiva del pueblo mexicano, visibilizada de manera general en el arte y la literatura.

Pues bien, luego de consumado el movimiento armado bajo el gobierno de Álvaro Obregón en 1921, se crea la Secretaría de Educación Pública (SEP) y con ello se nombra a José Vasconcelos como dirigente de una nueva campaña educativa que impactó a las bellas artes e comenzó una nueva línea nacionalista influenciada por los ideales de la Revolución Mexicana, la cual promueve a manera de discurso político al arte, principalmente al movimiento muralista mexicano, que va del romanticismo al expresionismo. Para Humberto Musacchio, “la plástica posrevolucionaria daba prioridad a la obra pública, de ahí que la gráfica, en tanto que arte reproducible y multiejemplar, ocupara un lugar tan importante como la escultura monumental y el muralismo”.[1]

La idea era clara: los intelectuales y artistas debían de mantener presentes los ideales de la Revolución a través de un sentido colectivo, por eso son tan importantes las organizaciones obreras y campesino-indígenas, así como las intelectuales.

[…] La Revolución nos creó, y mantuvo en nosotros por un tiempo largo, largo, la ilusión de que los intelectuales debíamos de hacer algo por el México nuevo que comenzó a fraguarse cuando todavía no se apagaba completamente la mirada de quienes cayeron en la guerra civil. Y ese hacer algo no era, por supuesto, escribir o siquiera perorar; era moverse tras una obra de beneficio colectivo. [2]

Respecto a lo anterior, es importante hablar de la labor del Taller de Gráfica Popular (TGP) creado en 1937 por integrantes de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), entre ellos Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins y Luis Arenal, donde se puede apreciar un estilo expresionista, el cual —comenta Paul Westheim— recoge la herencia de los caricaturistas e ilustradores del siglo XIX, entre los más renombrados son Manila, Picheta y Posada.

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Cabe mencionar que uno de los métodos utilizados por los miembros del TGP fue el recurrir a la fotografía, de ahí la importancia del archivo Casasola, mismo que hasta la fecha constituye uno de los vestigios más importantes del movimiento armado, lo cual ha contribuido tanto a la realización de obra gráfica como a la construcción de un imaginario revolucionario.

Este imaginario es un constructo que deviene desde tiempos del Porfiriato, el cual logra su expresión y su difusión gracias a los periódicos. Es preciso resaltar la importancia de las casas editoriales, como la de Vanegas Arroyo (donde trabajaron precisamente Manila y Posada), así como de personajes como los caricaturistas Santiago de la Vega y Jesús Martínez Carrión.

Entre los periódicos que comienzan a resonar en el siglo XIX, vale la pena mencionar a El Tío Nonilla de Joaquín Giménez, y a El hijo del Ahuizote, fundado en 1885 por el caricaturista y editor Daniel Cabrera y que en 1902 quedó a cargo de los hermanos Flores Magón. A pesar de la censura porfirista, dichos diarios se caracterizaron por difundir un pensamiento liberal, dando paso a una gráfica subversiva cuyo contenido social ya visualizaba en el panorama la necesidad de una revolución social.

A propósito, para Antonio Rodríguez el elemento subversivo y disolvente en la gráfica mexicana es el humor, pues es a través de éste que se puede entender gran parte del lenguaje de la cultura popular, logrando seducir a un público mayormente iletrado con la sátira y la caricatura, conformando el binomio imagen-texto,  recurriendo al corrido y a los relatos, donde la ligera línea que viaja entre lo culto y popular se entremezcla para expresar el pensar y el sentir popular. Esto, además de hablar de los valores que comienzan a definir “lo mexicano”, da cuenta de la enorme riqueza de la cultura popular y del origen decimonónico del expresionismo mexicano, el cual puede apreciarse muy bien en los grabados producidos en el TGP.

Así, uno de los primeros trabajos del TEGP[3] fue un calendario del año 1938 para la Universidad Obrera, donde se puede apreciar su afinidad respecto a un arte politizador, cuyo compromiso gira en torno a la expresión de la lucha social, influenciada por el contexto mundial y nacional de la época, ya que el siglo XX es una etapa de grandes cambios, guerras mundiales, las revoluciones rusa (1917) y mexicana (1910), el surgimiento de la URSS en 1922, del fascismo, nazismo, la guerra civil española, etc. Estos acontecimientos dotaron de contenido ideológico a la gráfica, por lo que se habla de una renovación de contenidos.

El calendario inicia con un grabado de Leopoldo Méndez intitulado “Río Blanco” el cual es la portada del mes de enero recordando esta huelga que aconteció durante el porfiriato el 7 de enero de 1907.

Río Blanco

Río Blanco

Abajo, en una nota agregada a manera de “efeméride” en el día 7, dice: “(1907), los sucesos de Río Blanco, donde la tiranía porfiriana firmó su sentencia de muerte, y el proletariado nacional inició su marcha revolucionaria en pos de conquistas definidas.”[4]

Para el mes de febrero encontramos un grabado de Luis Arenal intitulado la “Decena Trágica”

Decena trágica

En el día 9 dice:

 “(1913) se inició la Decena Trágica en México, cuando Félix Díaz, Mondragón, Victoriano Huerta, Blanquet, instrumentos del imperialismo y de la reacción clerical derrocaron al gobierno vacilante de Francisco y Madero y reconquistaron el poder, asesinando a Madero y a Pino Suárez el 22 del mismo mes.” (Estampa y lucha)

Para el mes de abril se encuentra como portada una de tantas representaciones que se harán de Zapata, el grabado en cuestión es de Luis Arenal y hace alusión al asesinato del Caudillo del sur, uno de los primeros representantes conocidos del agrarismo mexicano.

EmilianoZapata

Emiliano Zapata

Para el día 10 dice:

(1919) Fué villanamente asesinado Emiliano Zapata bandera de las reivindicaciones campesinas de México. Sin ser Zapata un teórico, careciendo incluso de una cultura revolucionaria elemental, representó un momento histórico trascendente de la lucha social mexicana, eminentemente agraria. Frente a él, Carranza fue el representativo de la ideología pequeño-burguesa victoriosa al fin sobre Zapata, por la falta de conexión de éste con el proletariado urbano (Estampa y lucha)

A propósito del asesinato de Zapata, este 2019 se cumplió un siglo de tal hecho, por lo cual se han dado diversas exposiciones, entre ellas Zapata a través de la gráfica contemporánea en el Museo Nacional de la Estampa. Esto nos habla de la trascendencia histórica de la lucha agraria, cuyo lema “Tierra y libertad”, como decía Ricardo Flores Magón, no es más que la lucha agraria de Zapata que representa la lucha actual por la tierra de las etnias indígenas, sin olvidar las otras luchas que se mantiene vivas en la memoria colectiva.

Luego, para el mes de noviembre y para conmemorar a la Revolución Mexicana: “Corran que ahí viene la bola” de Méndez. A propósito, este grabado muestra precisamente el elemento subversivo del humor, donde se puede analizar a una clase privilegiada cuyos intereses se ven amenazados por el movimiento armado, cuyo nombre peyorativo fue precisamente “la bola”.

Corran que ahí viene la bola

 (1910) Estalló en esta fecha la Revolución Mexicana, con tendencias simplemente políticas y de carácter democrático liberal. Su contenido revolucionario lo obtuvo en los programas zapatistas del Plan de Ayala; más tarde Carranza tratando de arrebatar a Zapata sus banderas y de canalizar el revolucionarismo de las masas por cauces favorables a la pequeña burguesía, inició su complicada labor demagógica que culminó en la Ley agraria del 6 de enero. Los gobiernos subsiguientes trataron de acomodar definitivamente a la pequeña burguesía en el poder y pactaron con las fuerzas imperialistas y reaccionarias para conseguir este fin. En 1935 con la subida al poder del Gral. Cárdenas, la revolución se pone nuevamente en marcha y adquiere un franco sentido nacionalista revolucionario con el apoyo del proletariado organizado y de todos los sectores populares de la nación. (Estampa y lucha)

Finalmente, y de manera general, entender la Revolución Mexicana a través del grabado es voltear a ver la herencia de los caricaturistas e ilustradores que en el siglo XIX sentaron las bases de un expresionismo mexicano, retomado sabiamente por los grabadores del TGP para hacer del arte un elemento subversivo que ayude a expresar las luchas sociales, visibilizando con ello a ciertos actores marginados por el sistema capitalista.

Referencias

[1] Humberto Musacchio. (2007). El Taller de Gráfica Popular. México: FCE.

[2] Carlos Monsiváis (1988). Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX. En Historia General de México 2(p.1404). México: COLMEX.

[3] Pues antes se llamaba Taller Editorial de Gráfica Popular, para luego pasar a ser solo TGP sin la palabra Editorial.

[4] Prignitz-Poda H. (2018). Estampa y Lucha. El Taller de Gráfica Popular 1937-2017. México: INBA.

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